Dirección por Valores

El enfoque antropológico por el cual los valores culturales y sociales pueden ser estudiados, nos permite encontrar tres aspectos en los cuales quedan clasificados todo tipo de juicios de valor que podemos emitir. El aspecto moral, que permite identificar hechos, acciones y decisiones que pueden quedar dentro o fuera de él. Es lo que llamamos moralidad e inmoralidad (aunque algunos se esmeran en insistir en la amoralidad para todo aquello que queda fuera del sistema social y cultural aceptado).

El aspecto de justicia, se sostiene sobre los pilares legales y normativos de códigos, constituciones y políticas organizativas. Este aspecto permite clasificar los hechos dentro o fuera de la ley. Finalmente el aspecto estético, el cual tiene su sustento en la reacción que los sentidos frente al entorno y que genera sensaciones de placer o malestar. Aquí la clasificación se realiza entre lo que resulta bello, armónico y gustoso, y lo que no lo es. Este enfoque antropológico permite encontrar que, a lo largo del desarrollo de las civilizaciones, las más avanzadas han sido capaces de acortar las diferencias entre sus códigos morales y estéticos frente a los de justicia; cosa que es claramente notable en sociedades avanzadas. En países como el nuestro, el plano moral y estético todavía encuentra una brecha muy amplia con respecto al plano de la justicia; no siendo del todo extraño encontrar situaciones claramente ilegales que queremos hacer legales. Este es el amplio mundo de los valores desde el punto de vista social. Son los enfoques de valores que llevamos a la empresa pretendiendo encontrar ese mismo sistema lleno de imperfecciones que nos permita desenvolvernos como lo hacemos en el mundo social.

El mundo empresarial que es menos amplio que el social, es totalmente diferente, aquí el sistema de valores tiene un enfoque mucho más funcional; identificando hechos, acciones, decisiones y relacionándolas, directamente con la misión y el bien común; el mismo que se compone de: Retribución accionarial, desarrollo del personal y clientes satisfechos.

El dilema del directivo está en saber dirigir la organización tomando decisiones que lo ubiquen en el plano funcional y que también, estas decisiones sean morales, justas y estéticas, en coherencia con sus valores.

Dirigir por valores significa saber percibir la cultura de la organización, hacer y enseñar a ejecutar los cambios necesarios mostrando calidad en la dirección y atención a los procesos humanos al igual que, a los resultados del negocio.

Los comentarios están cerrados.